A riesgo de sonar a cliché (aunque mencionarlo ya es un cliché), pienso que la única manera de sentirse re-encantado con la iglesia es demoliendo nuestra religión de manera que podamos reenfocarnos en las relaciones.
Si el «quién» con respecto a la iglesia viene primero, entonces se recalca aún más el aspecto fundamental de las relaciones. ¿Podría no ser sólo «quién» sino «con quiénes»?
jueves
Aaron Arnold responde:
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