jueves

Nell Stiff responde:
Leer tus ideas y experiencias acerca de la palabra “misionero” verdaderamente tocó una fibra sensible en mí. Algunas veces he luchado con el orgullo al querer que me llamen con ese nombre, deseando que la gente sepa lo sacrificada que soy por vivir en otro país, esperando ver el impacto y la admiración en sus rostros cuando les hablo sobre el mucho tiempo que he vivido “en el extranjero”. Estúpido orgullo.

Y más recientemente, cuando planeamos mudarnos a Colorado, estoy luchando con mi orgullo cuando los que están en Guatemala dicen, “Oh…te vas a regresar a los Estados Unidos…” lo que se traduce: ¡Vaya! Ella no pudo aguantar. Se dio por vencida muy pronto. Soy mucho mejor que ella porque yo me voy a quedar.

Por otro lado, he estado tratando de evitar la palabra “misionera” aquí en Guatemala, especialmente acompañada del término “evangélica”. No me agrada la reacción de las personas cuando descubren que soy misionera. Los protestantes piensan que es algo realmente grande y se muestran maravillados de cosas que no merece la pena. Los católicos inmediatamente te tratan diferente y hacen toda clase de suposiciones acerca de lo que eres y, más importante, de lo que no te está permitido hacer.

Cuando nos mudemos a Colorado, para experimentar un cambio me gustaría conseguir un trabajo de barrista en un Starbucks y ser algo más “normal”.

No hay comentarios: